Todos conocemos los sentidos más comunes: la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído. Viendo, tocando, oliendo, explorando el entorno mediante el movimiento queremos potenciar el desarrollo sensorial de los más pequeños dentro de la Escuela. Además de éstos, existen otros dos sentidos, poco conocidos pero que son muy importantes para el desarrollo adecuado de cada niño: el sentido vestibular y el sentido propioceptivo, a través de los cuales el sistema nervioso central recibe información del movimiento, la fuerza de la gravedad y la posición del cuerpo en el espacio.
Así, los niños se van dando cuenta mediante su propio cuerpo en qué lugar se sitúan en el mundo que les rodea, facilitando la conciencia de la posición del cuerpo en el espacio. También nos ayudan a regular nuestro tono muscular.
Desde nuestra escuela tienen la posibilidad de estimular estos sentidos por ellos mismos, ofreciendo espacios y materiales que de forma innata utilizan para balancearse, experimentar con su equilibrio, colgarse para sentir su peso, columpiarse, arrastrar, coger objetos con peso e incluso ser masajeados. De esta forma comienzan a tener conciencia su propio cuerpo por ellos mismos.
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